Esto, según explican analistas, supone un afianzamiento en el poder de la llamada revolución bolivariana en el país sudamericano y desafía la estrategia encabezada por Juan Guaidó para derrotar al gobierno de Nicolás Maduro.
Guaidó se proclamó presidente interino del país en enero de 2019 en virtud de su papel de líder del Parlamento, y recibió el apoyo de más de 50 países en el mundo.
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Y aunque el vencimiento de su mandato y el hecho de no haber logrado sus objetivos le han restado fuerza e influencia, su liderazgo no está acabado, comentan los analistas.
El triunfo de 2015
En 2015, cuando los opositores triunfaron en los comicios legislativos de manera contundente, fue considerado un hecho histórico.
Al punto que más de uno consideró que esos resultados eran una antesala de una eventual derrota del chavismo, liderado por Maduro tras la muerte de Hugo Chávez en 2013.
Sin embargo, sucedió casi todo lo contrario.
El Tribunal Supremo de Justicia, siempre cercano al oficialismo, declaró en desacato al parlamento venezolano, que quedó sin capacidad de actuación.
Y el oficialismo venezolano retrucó a sus detractores convocando a una Asamblea Constituyente plenipotenciaria en 2017.
«La oposición optó por una estrategia a partir de un supuesto equivocado: que el chavismo iba a ser más débil y se iba a fragmentar con Maduro», explica el politólogo venezolano Ricardo Sucre.
El profesor universitario indica que en estos años se esperaba un colapso en la gestión gubernamental y que los detractores de la revolución bolivariana depositaron demasiadas esperanzas en la presión internacional, fundamentalmente en la de Estados Unidos, principal valedor de Guaidó.
«Esa gran fuerza política, debido a que en 2015 se castigó la gestión de Maduro por sus resultados, fue un intento de contrapeso. Sin embargo, el gobierno logró cohesionarse para evitar dejarse derrocar. Los opositores confundieron la fuerza de contención que les dio el pueblo con una de insurrección y ese fue el error», señala.
En 2020, el chavismo recuperó la Asamblea Nacional en unas elecciones con un alto nivel de abstención y el llamado al boicot de los principales partidos y líderes opositores, como sucedió en las presidenciales de 2018, al considerar que no hay condiciones justas para una disputa electoral.
Apenas el 31% de los votantes habilitados acudió a las urnas arrojando más de 67% de preferencia electoral a favor del oficialismo.
Qué cambia para Guaidó
Mientras controlaban la Asamblea Nacional, la oposición apuntaló a Juan Guaidó como su líder y lo llegó a proclamar «presidente encargado» del país en enero de 2019.
Aquella acción logró el reconocimiento de más de medio centenar de países en su momento y fue la punta de lanza de una ofensiva más contra el gobierno de Maduro, al que tildaban de «usurpador» dado que no reconocían la reelección del mandatario de 2018.
Entre sus acciones más agresivas se produjo la «avalancha humanitaria» de febrero de 2019 en la que Guaidó intentó ingresar a Venezuela desde Colombia con un convoy con toneladas de donaciones internacionales.
Además se llamó a los miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas a que cruzaran la frontera y protagonizaran un masivo desacato al gobierno bolivariano.
La ofensiva fracasó y lo sucedido fue considerado un revés al liderazgo de Guaidó, que en ese momento contaba con más del 60% de popularidad, según encuestas.
Pese a que no logró recuperar el protagonismo que tuvo en ese momento, el analista Luis Vicente León considera que no se lo puede considerar un político retirado.
«Perdió popularidad, pero sigue por encima en la preferencia de Nicolás Maduro, por ejemplo. No es que se acaba Guaidó a partir del 5 de enero», afirma.
El experto destaca que el llamado «presidente encargado» sigue siendo el principal referente opositor, aunque le resultará más difícil mantener el apoyo que tiene a nivel internacional y el consenso formado a su alrededor ya no es el mismo.
«Ahora hay más opositores que le retan el liderazgo porque no concretó aún su propuesta de cambio», indica León.
Por ejemplo, en una entrevista con BBC Mundo unos días después de las elecciones del 6 de diciembre, otro referente opositor como Henrique Capriles indicó que era necesaria una «nueva estrategia para la oposición» y señaló que el ciclo del llamado «presidente encargado» había concluido.
Por su parte, Guaidó afirmó a través de sus redes sociales que el nuevo periodo legislativo «no será reconocido».
«La continuidad constitucional del Parlamento no es un capricho. Es un deber ciudadano y patriótico el hacer respetar y valer nuestra Constitución al no haber existido una elección en el pasado 6 de diciembre», indicó el líder opositor en su cuenta de Twitter este lunes.
Guaidó asegura que la Asamblea Nacional que preside «no se va a detener hasta ver elecciones libres en Venezuela».
Mientras tanto, este lunes el Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió una disposición en la que autorizaba a los estadounidenses a que se realicen operaciones financieras con el Parlamento presidido por Guaidó, a quien señalan como el «actual presidente interino» de Venezuela.
Este martes, Guaidó encabezó una sesión virtual durante la cual se instaló esa AN opositora, conformada por decenas de diputados cuyo mandato expiró pero que seguirán legislando para dar «continuidad administrativa» a sus funciones, alegando la falta de legitimidad del Congreso electo el pasado 6 de diciembre.
En esta nueva etapa, sin embargo, Guaidó no contará con el respaldo de todos los diputados opositores que formaban parte de la Asamblea Nacional de 2015 pues al menos dos decenas de ellos le han quitado el apoyo.
Algunos de ellos argumentan que no se puede dar continuidad a la antigua AN porque su mandato está expresamente limitado por la Constitución a cinco años.
BBC Mundo se comunicó durante el lunes con voceros del referente de la oposición. Sin embargo no obtuvo respuesta a las solicitudes de entrevistas realizadas.
En lo político, el chavismo puede celebrar que desactiva a Guaidó como líder de la Asamblea, lo que unido a la sustitución de Joe Biden por Donald Trump en Washington abre la posibilidad de cambiar las relaciones y lograr quizás un respiro, aunque el nuevo presidente de Estados Unidos se ha mostrado igualmente decidido contra Maduro.
El presidente venezolano amenazó hace unos días de nuevo a Guaidó, que, pese a su desafío, nunca fue detenido.
«Que la justicia, ahora sí, de manera férrea, haga su trabajo» ante «esas pretendidas ínfulas inconstitucionales de autoproclamar extensiones de mandatos que no corresponden», dijo Maduro.
«La persecución se va a acrecentar, pero no nos va a detener a la hora de seguir exigiendo nuestros derechos», señaló Guaidó a la BBC tras las elecciones del 6 de diciembre.
Qué cambia para el chavismo
Con el cambio de mando en el Parlamento, el cuadro con el rostro de Hugo Chávez regresó a la Asamblea Nacional.
«Cambia la situación del país con una Asamblea Nacional distinta a la que propició invasiones», celebró el oficialista Diosdado Cabello.
En busca de ingresos que alivien la caída de los dólares que llegaban del petróleo, el gobierno asegura que en la Asamblea por fin podrá ofrecer sustento legal a sus políticas económicas, que pasan por una apertura y una búsqueda de inversiones extranjeras.
Pero aunque quizás gane cierta legitimidad para hacer negocios con empresas de países aliados como China y Rusia, el hecho de que Estados Unidos y la Unión Europea coincidan con la oposición y no reconozcan los comicios hará que continúen las sanciones y que se le niegue acceso a mercados internacionales de financiación y petróleo.
Pero los analistas consultados por BBC Mundo indican que el gobierno también tiene desafíos diferentes.
Ricardo Sucre indica que recuperar el control de la Asamblea Nacional afianza a la llamada revolución bolivariana, pero que el escenario es distinto dado que sus bases ya no están tan cohesionadas como antes.
«La población sintió el costo de algunas malas administraciones o actos de corrupción», afirma.
Mientras que Luis Vicente León afirma que es claro que se producirán cambios «en ambas partes».
«El gobierno va a tener la recuperación simbólica del hemiciclo, pero la oposición conserva el respaldo de 2015 de diferentes países como Estados Unidos, algunos de Europa y del Grupo de Lima«, explica.
Por eso León sostiene que, pese a que el oficialismo controlaba ya en los hechos la institucionalidad del país, también tendrá que lidiar con una oposición que, pese a sus fracturas internas, todavía tiene bastante respaldo.