Que el cruce ilegal de fronteras se ha convertido en un negocio no es una novedad, y que muchos estafadores se aprovechan de la intención de miles de personas, tampoco. Lo novedoso del caso ocurrido en Rusia, un país usado por inmigrantes que quieren cumplir el sueño de entrar en la Unión Europea en busca de trabajo y una vida mejor, es la forma en que el estafador construyó su engaño.
La palabra clave es precisamente «construir». Un hombre prometía llevar a los migrantes a la frontera rusa con Finlandia garantizándoles que la cruzarían sin inconvenientes y con absoluta seguridad. Para ello, montó un engaño sin precedentes: levantó una minifrontera falsa, con postes y signos hechos por él mismo, para que sus ilusos clientes tuvieran la impresión de que realmente abandonaban Rusia y se adentraban en territorio de la Unión Europea.
El estafador ha caído en manos de los agentes de fronteras después de que un grupo de cuatro personas procedentes del sur de Asia contactaran con él para que los cruzase a territorio finlandés, a los que cobró algo más de 10.000 euros. El Servicio Federal de Seguridad (FSB, en sus siglas en ruso), la institución a la que pertenecen los agentes, no ha revelado la identidad del hombre con el argumento de que la investigación sigue su curso.
En un comunicado, el FSB ha detallado cómo operó: para no perder a los valiosos clientes, al hombre se le ocurrió «imitar el paso ilegal de la frontera» con el vecino país nórdico «para así obtener dinero fácil, sin prestar un ayuda real en el cruce ilegal de la frontera estatal de la Federación Rusa», recoge en un comunicado. Con este fin y para no despertar sospechas, el estafador levantó postes fronterizos falsos y otros signos en la provincia de Leningrado, que por el noroeste limita con Finlandia.
Una vez que la falsa frontera estuvo construida, el hombre, que también hacía las veces de guía, dirigió al grupo de extranjeros al distrito de Víborg por un camino normal primero y después, para dar dramatismo a su acción, los hizo internarse a pie en los bosques de la zona hasta llegar al lugar donde había colocado el montaje.
Sin embargo, al llegar al punto del supuesto cruce fronterizo se encontraron con que ya los esperaban los agentes de fronteras, que procedieron a detenerlos. Los inmigrantes asiáticos han sido juzgados y declarados culpables de «quebrantar las normas de permanencia en la Federación Rusa». Un tribunal local les ha impuesto una multa y los ha sentenciado a ser deportados del país.
El falso guía está aún a la espera de ser juzgado, porque se investiga si ha podido cometer otros delitos. El Departamento de Fronteras de la FSB en la región ha revelado de él que es «un habitante de un país de la Comunidad de Estados Independientes», asociación a la que pertenecen actualmente nueve ex repúblicas soviéticas (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán), sin especificar su nacionalidad.
Rusia no ocupa un lugar importante en las rutas de migrantes hacia Europa occidental, pero en sí el país es destino de 12 millones de emigrantes, según el último informe de la ONU divulgado a finales de noviembre, una cifra que la coloca en el cuarto lugar por la cantidad de migrantes extranjeros en su territorio. El primero lo ocupa Estados Unidos, con 51 millones, seguido de Alemania y Arabia Saudí, ambos con 13 millones.