Para los esclavos estadounidenses México representó la libertad y la promesa de una vida mejor.
Entre 1821 y 1865, miles de afroestadounidenses esclavizados cruzaron el río Bravo para buscar un futuro distinto.
Sus historias y las de aquellos que les dieron una mano, sin embargo, permanecieron enterradas en el olvido hasta hace poco.
A diferencia de lo que ocurre con el llamado «ferrocarril subterráneo» -la red clandestina organizada por los abolicionistas en el siglo XIX para ayudar a los esclavos a escapar hacia los estados del norte del país y Canadá-, cuya historia se enseña a los estudiantes de bachillerato en EE.UU., la ruta hacia el sur ha permanecido ignorada a ambos lados del río Bravo.
«El concepto es el mismo que el del ‘ferrocarril subterráneo’ al norte, lo diferente es que en la ruta hacia México no existía una red tan organizada y no había tanta gente disponible para ayudar a los esclavos», dice Roseann Bacha-Garza, quien encabeza el programa de historia y arqueología comunitaria (CHAPS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Texas Rio Grande Valley, a BBC Mundo.