Fuente: Miguel González // El País España // 05/03/2022
El Ministerio de Asuntos Exteriores alerta del riesgo de que familias españolas que quieren acoger de buena fe a niños ucranios que huyen de la guerra caigan en las redes de mafias que trafican con menores y puedan convertirse en cómplices involuntarios de sus actividades. Fuentes de dicho departamento han advertido de la necesidad de “velar por el interés superior del menor y extremar el respeto a las normas jurídicas” de los países de origen, tránsito y acogida. Desde que comenzó la invasión, más de 1,2 millones de personas han huido de Ucrania buscando refugio en países vecinos. Se trata, en su inmensa mayoría, de mujeres, niños y hombres mayores, pues a los varones en edad militar no se les permite salir por si son movilizados. Muchos menores han huido con sus madres o tutores, pero otros lo han hecho solos y con documentos de difícil verificación, como la partida de nacimiento. Dado que tres países vecinos de Ucrania —Polonia, Hungría y Eslovaquia— pertenecen al espacio Schengen, se puede viajar desde la frontera ucrania a España sin pasar controles fronterizos, pero eso no exime de la obligación de disponer de toda la documentación en regla.
Exteriores recuerda que “la guarda de los menores no acompañados corresponde a las autoridades de los países donde estos se encuentren”, según la legislación internacional. “En los casos de acogida”, precisa, “se debe velar por la protección de los menores, el cumplimiento de las normas jurídicas de su país de origen y del lugar donde se encuentren” y disponer de “un documento jurídico que permita una acogida temporal”. Se trata de evitar “el tráfico de menores o el traslado de niños de manera indebida”.
En España hay tradición de acoger a niños ucranios pues, a raíz del accidente de Chernóbil, en 1986, se pusieron en marcha estancias de verano de los menores que residían cerca de la central nuclear. En la década de los noventa estos programas acogían a miles de niños, aunque en los últimos años se habían ido reduciendo a solo unos cientos.
Muchas de las familias que los recibieron se han mostrado dispuestas a acogerlos de nuevo con sus familias. No hay problema cuando se trata de adultos o padres con hijos, pero sí en el caso de los menores no acompañados. Exteriores recomienda recurrir a las instituciones que organizan programas de acogida. El problema es que la guerra ha pillado por sorpresa y no hay programas en marcha.