Frente a la indisciplina ciudadana, el colapso de la red de salud pública y una mortalidad creciente, las medidas de contención se han establecido a nivel provincial, pero las tasas de incidencia acumulada de casos y las defunciones varían entre cantones.
Tras un año de pandemia, la población no cuenta con estrategias específicas en los sitios problemáticos. Pichincha, Santo Domingo, Azuay, Loja y Zamora Chinchipe, por ejemplo, concentran 50 cantones, de los cuales 18 (36%) tienen tasas acumuladas de casos sobre la media nacional de 20 casos por 1 000 habitantes.
De los ocho cantones de Pichincha, Quito y Rumiñahui son los más afectados con 42 y 37 casos por 1000 habitantes, respectivamente, y, en menor medida, Mejía con 24.
Estas tasas están por encima de la media de la provincia de 39. Pero la alta mortalidad se concentra en la capital, en donde se registraron 6 235 defunciones, entre enero y el 19 de abril pasados, un aumento del 41% respecto a los cuatro meses del 2020 y del 78% si se compara con el 2019.
Pese a esta difícil situación, no se han tomado medidas focalizadas en los sectores con mayores tasas de contagios e incivilidades. En Santo Domingo, la crisis se vive en sus dos cantones, pero la capital provincial experimenta el colapso de la Unidad de Cuidados Intensivos del Gustavo Domínguez y el aumento de muertes.
Según la directora de Salud, Katherine Aguirre, censaron sillas, como si fuesen camas, por lo que la ocupación subió al 160%. Las muertes inusuales superan las 200 en estos cuatro meses al comparar con el 2020. El asesor del COE cantonal, Alexis Pérez, explicó que cinco de cada 10 pruebas PCR salen positivas y hay un represamiento de pruebas de ocho semanas, según Aguirre.
Los contagios aumentaron, en parte, por fiestas clandestinas y concentraciones en canchas deportivas. El último fin de semana se retiraron 580 personas de las calles, mientras libaban y hacían deporte.
Al igual que en Quito no hay estrategias específicas en los focos de infección. Su alcalde Wilson Erazo, insiste en un estado de excepción, por parte del Gobierno. Al sur del país, en Azuay, de 15 cantones, seis tienen tasas por encima del promedio nacional. Guachapala, Sevilla de Oro, El Pan y Paute están geográficamente juntos, en la zona oriental, y conectados a la movilidad, que incide en la transmisión del virus. Guachapala tiene 44 casos por cada 1000 habitantes, mientras las tres restantes están, entre 32 y 36 casos.
Las otras dos urbes son Cuenca y Santa Isabel, que están más distantes y la tasa es menor: 25 y 31, respectivamente. En la zona oriental, solo Paute tiene hospital básico y ya no hay camas disponibles; los pacientes graves son transferidos a Cuenca. Las UCI del José Carrasco y Vicente Corral están llenas y con listas de espera.
En estos días incluyeron 10 camas para críticos en el Vicente Corral. Hasta la emergencia llegan todo el día familias buscando un espacio. El pasado martes, Sonia Narváez llevaba tres días buscando atención para su hermana. “Duele y desespera escuchar la misma frase en todo lado”. La paciente está grave y lleva seis días batallando con oxígeno en su casa, mientras su salud se debilita.
“Hay momentos en que parece que se nos va y nos angustia no poder ayudarla”. Ambas casas de salud tienen casetas de triaje respiratorio, donde el flujo de pacientes sintomáticos es permanente.
En los exteriores se escucha como eco la tos seca de los enfermos, que son atendidos por médicos forrados con prendas de bioseguridad. El 37% de las muestras procesadas en Azuay salen positivas al virus.