España e Italia no han dejado de estar en el radar de los ecuatorianos que buscan emigrar por estabilidad laboral y unificar a la familia. Aunque ya no se trata de una emigración masiva, como la que ocurrió a fines de los 90 y se extendió en menor medida hasta el 2008. La crisis europea que se dio a partir de ese año impactó en los nacionales, quienes empezaron a volver, pero muchos ya con nacionalidad española. Los registros estadísticos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) muestran que del 2009 hasta el 2014 llegaron desde España y no regresaron a ese país: 102 197. Otros, en cambio, se movilizaron a otras naciones como Inglaterra y Alemania, apunta Soledad Álvarez, doctora en Geografía Humana del King’s College de Londres. Desde el 2009 hasta el año pasado, 11 278 ecuatorianos no registraron su retorno del Reino Unido. A este destino también van a estudiar en las universidades, ubicadas en las afueras de Londres. Esto también se evidencia en que el número de ecuatorianos registrados en España cayera. Mientras en 2007 eran 427 718 a enero pasado bajaron a 131 679. Están, principalmente, en Madrid, Murcia, Barcelona y Valencia, según el Instituto de Estadística español. Sin embargo, desde el 2015 se han vuelto a reactivar los viajes al país ibérico para retomar sus vidas allá y el factor que más empuja a esta decisión es la falta de empleo adecuado.
Juan Portero, de Ambato, volvió a España en febrero del 2018, pues los ingresos familiares eran cada vez menores. Su esposa Mercedes Castillo cuenta que laboraba en pequeñas obras y otras veces no conseguía nada. Su mayor preocupación es la diabetes que padece, pero se consuela con saber que allá la atención médica es mejor y constantemente recibe medicamentos. Desde hace tres meses labora estable en una firma constructora.
Una historia similar vive Álex Ramos, de 30 años, quien se quedó al cuidado de su pequeño de tres años y su esposa volvió a Barcelona, en junio pasado por trabajo. Adriana Meneses ya vivió allá y laboraba como auxiliar de enfermería antes de regresar al cantón Cevallos, en Tungurahua. “Ella vivió 19 años en Europa. Nos conocimos, tuvimos a nuestro hijo y hace cuatro meses nos casamos”, señala Ramos. Él es ingeniero civil pero su situación económica se complicó porque no le pagaron una obra en Quito. Desde que su esposa volvió a España sus ingresos mejoraron y le pagaron del proyecto que construyó anteriormente. Hace poco inició los trámites para obtener pasaporte y acogerse a la reagrupación familiar.
Jonathan Meza, de 33 años, en cambio, migró en el 2002 a Palma de Mallorca, en donde montó un negocio de encomiendas, ahorró y compró una casa. Durante 15 años enviaba dinero a su madre y abuelos, quienes viven en Esmeraldas. Pese a la crisis del 2008, Meza siguió laborando allá, pero en el 2017 regresó para tramitar la visa a EE.UU., donde vive su padre. Ahora está en Connecticut con su hermana y no tiene planes de retornar. Para su abuela, Olga Meza, estos años han sido de nostalgia, pues sus tres hijos y su nieto emigraron por el feriado bancario, que impactó la economía nacional, desde 1998.
Fuente: El Comercio