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El adulto mayor enfrenta la ‘inmunosenescencia’. Se trata del deterioro del sistema inmunológico, provocado por la edad. Es una de las razones por las que la vacunación contra el covid-19 es urgente para esta población, explica el infectólogo José Sánchez. “Esa susceptibilidad no solo los vuelve proclives al coronavirus, sino también a procesos bacterianos”.

“Somos el grupo social más vulnerable y a la vez el más descuidado”, recuerdan miembros de la Confederación de Jubilados, que a través de sus redes sociales piden al ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, y al presidente, Lenín Moreno, acelerar el programa de inmunización. El país registra 1 310 297 adultos mayores, en las proyecciones poblacionales 2020 del INEC. Ellos serían los “potencialmente vacunables”, hasta abril, de acuerdo con el plan del Gobierno. A esa cifra hay que restar 13%, que ya se contagió.

De un total de 278 779 infectados hasta ayer, 24 de febrero del 2021, el 12,8% corresponde a esta población. Ayer, Salud indicó en un comunicado que con 17 500 vacunas que llegaron completarán el 100% de primeras dosis en 47 gerontológicos públicos y privados. No se ha publicado un calendario con detalles. En varios centros no se inmuniza aún a los residentes.

Están a la expectativa, al igual que en domicilios, en donde viven personas de más de 65. En el asilo Más Vida, de Quito, por ejemplo, “los familiares de 50 adultos mayores están preocupados, cuenta su representante, David Beltrán. Ahí, además, 21 trabajadores están a la espera de ser inmunizados. La Cartera les pidió un listado de residentes y del personal, el 22 de enero. El centro respondió el 25. Desde entonces no han tenido información.

La médica familiar y tratante de adultos mayores en el Vozandes, Dayami Martínez, advierte que si el ‘abuelo’ ha recibido la vacuna contra la influenza se recomienda que pasen dos semanas para inocularlo contra el covid-19. También, indica, deben conocer si el adulto usa algunos medicamentos, por ejemplo anticoagulantes. No se trata de una contraindicación, aclara, solo que en la aplicación podría haber un sangrado mayor.

Un leve adormecimiento de las manos fue el único síntoma que tuvo María Sánchez, de 82 años, tras recibir la segunda dosis de Pfizer. Es parte de los 42 residentes del Hogar Corazón de Jesús, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Susana Morán, administradora, dice que perder el contacto con familiares los ha afectado. Por eso ven en la vacuna una esperanza. ‘Ansío poder ver a toda mi familia en persona’ María Imelda Montoya, 86 años, asilo Más Vida “Antes de la pandemia, salía del asilo en donde resido desde hace ocho años, para ver a mis hijos.

Ellos también me visitaban. Ahora me llaman, me preguntan cómo estoy, si me tratan bien. Acá me cuidan mucho, no puedo salir a la calle porque debo protegerme. Al interior del centro tenemos todo tipo de cuidados. Aunque no sufro de ninguna enfermedad, a mi edad debo ser precavida. Siempre usamos mascarilla, a cada momento nos lavamos las manos y no nos acercamos a nadie. Si me vacunaran, quizá ya podría ver a mi familia en persona.

Es lo que ansío. Tengo tres hijos que son oficinistas, dos varones y una mujer, y también cuatro nietos. Aquí, todos estamos esperando que llegue esa dosis lo más pronto, imagino que no tardará porque somos de la tercera edad. Solo así mis compañeros y yo podremos sentirnos protegidos del coronavirus, al igual que las personas que nos cuidan. Estamos pendientes de que nos vengan a poner; es por el bien de todos”.  ‘Así, por fin nos sentiremos mucho más seguros’ Carlos Campodó­nico, 77 años, Corazón de Jesús “Yo deseo que me vacunen lo más pronto posible. He visto las reacciones que han tenido mis compañeros luego de recibir las dos dosis dentro de esa fase piloto, que nos contaron. Y todas son positivas.

Aquí, en el Hogar Corazón de Jesús, donde resido desde hace 11 años y cuatro meses, fueron inmunizados 42 compañeros. Por eso quiero agregarme a este nuevo grupo; soy parte de la lista de las personas candidatas al proceso, según me informaron. Quiero estar inmunizado porque sé que con la vacuna sentiré mayor seguridad y mejorará la convivencia con las personas con quienes acostumbro a reunirme. Este proceso de vacunación, en medio de ya casi un año de la pandemia por covid-19, les dará una garantía a ellos y también a mí. La idea es poder socializar mucho más, manteniendo las medidas de bioseguridad, además obtener algo de esa libertad que tanta falta nos está haciendo. Pero, principalmente, quiero brindar seguridad a los demás al saber que estoy protegido”. ‘

Tengo miedo al ver que tanta gente muere’ Herlinda Martínez, 92 años, vive con su familia​“Aunque salía poco debido a las dolencias propias de mi edad, me gustaba ir al parque a caminar, por recomendación de mis médicos. Eso se suspendió y ahora salgo a la terraza. Fui diagnosticada con fibrosis pulmonar hace cuatro años y además tengo alzhéimer.

Yo vivo con mi hija, Fabiola Lazcano, con ella hablamos de la situación del país, mientras vemos las noticias. Tengo miedo de vivir historias como las de las víctimas del covid. Siento pena de quienes mueren a causa de la enfermedad. Fabiola me ayuda, siempre me está recordando la importancia de lavarme bien las manos y de permanecer en casa.

Con este covid, nuestras visitas son muy limitadas. Soy la abuela de la familia. Así que cuando vienen cumplen un estricto protocolo de limpieza. Los abrazos están prohibidos, me dice mi hija. Todos mis familiares están pendientes, esperando conocer cuándo van a ponerme la vacuna. No sabemos aún nada, primero llegaron a quienes viven en geriátricos”.


Fuente:
https://www.elcomercio.com/actualidad/adultos-mayores-aguardan-vacuna-covid19.html

Acerca del Autor | Orlet Luna

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