Mientras el presidente del PP, Pablo Casado, reúne a su dirección en la sede central del partido en la calle Génova de Madrid, las presiones para que tome decisiones ante la crisis en la que está inmersa la formación no paran de llegar. De forma coordinada, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, han hablado este lunes y con sus palabras dejan a Casado cada vez más debilitado.
Aunque no ha concretado cuál cree que debe ser el próximo paso y no ha desvelado sus intenciones, como la posibilidad de postularse en un hipotético congreso extraordinario, Feijóo ha sido bastante claro: «Le corresponde tomar esa última decisión», ha avisado al líder de su partido.
Una palabra –última– que podría suponer que el primer paso de Feijóo para pedir la dimisión de Casado. Por el momento, el presidente gallego ha pedido que se tomen «soluciones urgentes», aquellas que «deben volver a unir al partido».
«Mi opinión la sabe él (Casado), se la he dado de forma clara y nítida, pero no la voy a revelar por lealtad a él», ha respondido cuando se le ha preguntado, sin desvelar cuáles son las posturas que ambos líderes se han intercambiado en privado. El presidente de la Xunta sí ha vuelto a reprochar los «espectáculos» dados en los últimos días en la guerra pública entre el secretario general del partido, Teodoro García Egea, y Casado contra la presidenta madrileña. Una pugna pública con acusaciones de espionaje, corrupción y tráfico de influencias.
Ayuso no retira el órdago: «Alguien tiene que tomar responsabilidades»
Ayuso ha escogido este lunes el municipio madrileño de Boadilla del Monte, donde había agendado un acto oficial, para lanzar duros mensajes hacia Casado y tratar de meterle más presión al pedirle ceses. Al llegar, ha sido recibida al grito de «presidenta, presidenta» por una multitud de partidarios.
La presidenta madrileña, que aborda este asunto desde un plano personal, ha advertido de que «no puede pasar por alto ni quedar gratis haber causado este perjuicio a la Comunidad de Madrid», haberle «robado» su «presunción de inocencia» después de 18 años militando en la casa y «el trato que le está ofreciendo» a su familia. Por eso, ha insistido en que «alguien tiene que tomar responsabilidades».
Eso sí, ha querido dejar claro que de momento no tiene otras aspiraciones que no sean la Comunidad de Madrid. «He dicho en numerosas ocasiones que mi sitio es Madrid, que tengo un compromiso con los madrileños que me han votado hace menos de un año», ha destacado, para insistir en que menos de un año después de las elecciones del 4-M no puede «abandonar» el compromiso que adquirió en las urnas.
«Ahora he defenderme en la Fiscalía, donde me han arrastrado maliciosamente», ha disparado Ayuso, que ha anunciado que «hoy mismo, sin esperar a que nos lo soliciten, vamos a enviar toda la relación de documentos que tenemos con respecto a este contrato sobre el que se han arrojado insidias». Es decir, el levantamiento del expediente por parte del partido, después de que se reuniera en la tarde del viernes con Casado, parecen no saciar los ánimos de una presidenta que pretende llegar hasta las últimas consecuencias en la defensa de su honorabilidad.
Por añadidura, más incertidumbre para el futuro más próximo de la formación, que puede que en los próximas horas amortaje a algunos de sus pesos pesados. «Se abre un escenario incierto que se tendrá que dirimir los próximos días porque nos estamos desangrando», ha apremiado la presidenta madrileña en referencia a la publicación de unas encuestas este domingo que ya reflejan una caída perturbadora en intención de voto tras la guerra civil abierta en el seno del partido. Ayuso sí se ha privado de dar nombres y apellidos a las dimisiones, algo que «se tendrá que ver estos días».
Ahora es el turno de Génova, donde tan solo dos miembros de la ejecutiva –Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas, y Pablo Montesinos, vicesecretario de Comunicación- han llegado a la reunión por la puerta principal. El resto lo ha hecho por el garaje, soterrado como la decisión trascendental que acecha la salud del partido.
