13 julio, 2020
Han pasado casi dos meses desde la primera noche en la que cientos de migrantes venezolanos tuvieron que acomodarse en un potrero a temperaturas heladas, con maletas, sin cobijas, algunos sin siquiera tapabocas, frente a la Terminal del Norte, en Bogotá. Muchos de ellos, mujeres con menores de edad o en avanzado estado de gestación.
Por Lia Valero / vice.com