La oposición ganó y el chavismo perdió, pero para ambos las elecciones a la gobernación de Barinas, realizadas este domingo en Venezuela, constituyen un importante llamado de atención.
Los comicios se realizaron por orden del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que había anulado los resultados de las votaciones del pasado 21 de noviembre en las cuales el entonces candidato opositor, Freddy Superlano, había superado por menos de un punto porcentual al aspirante oficialista a la reelección, Argenis Chávez, hermano del fallecido presidente Hugo Chávez.
La decisión del TSJ, que se basaba en una inhabilitación ordenada por la Contraloría General de la República en contra de Superlano, fue interpretada por la oposición como una arbitrariedad y como un intento del chavismo de aferrarse al poder en Barinas.
Esta visión se sustentaba en el hecho de que la inhabilitación contra Superlano no había sido comunicada al Consejo Nacional Electoral (CNE) con anterioridad a los comicios y se vio reforzada por las inhabilitaciones inesperadas que impidieron postular en lugar de Superlano a su esposa, Aurora Silva; y al ex diputado a la Asamblea Nacional Julio César Reyes.
Fue así como el candidato de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) terminó siendo Sergio Garrido, un legislador opositor electo al Consejo Legislativo de Barinas, quien acabó imponiéndose al candidato chavista, Jorge Arreaza, un exyerno de Hugo Chávez que desde 2011 ha ocupado altos cargos incluyendo el de vicepresidente ejecutivo y ministro de Relaciones Exteriores.
Este segundo triunfo de la oposición en Barinas y la forma cómo se desarrolló la campaña dejan algunas lecciones tanto para el chavismo como la oposición.