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Fuente: ABC // 09 de agosto del 2022

A Jorge el susto aún le dura en el cuerpo. Trenzaba el carril bici de Aquitania (en el distrito de San-Blas Canillejas), cuando un coche giró a la izquierda para salir de la vía. El problema, relata el afectado, es que dos metros antes del cruce otro vehículo había parado en doble fila, obligándole a sortear el obstáculo por el lado de la izquierda. «Había algo de hueco para pasar y preferí no salir a la calzada por la velocidad de bajada que suele haber en ese tramo», recuerda. Para entonces, el conductor del primer turismo ya estaba encima. «Yo sabía que tenía un ceda el paso, pero el problema es que al volver al carril estaba justo delante y no tuve margen para anticipar el movimiento del coche», relata. Por suerte, tuvo la pericia justa para pegar un golpe de manillar y no colisionar: a cambio, se fue al suelo, aunque de forma «mucho más suave»: «Para lo que podía haber pasado…».

Pero el percance de Jorge, como tantos otros que no pasan a mayores, no engrosa este año la lista de accidentes con al menos un ciclista implicado en la ciudad de Madrid. Desde 2019, el ayuntamiento recoge los siniestros registrados por la Policía Municipal, es decir, todos aquellos donde una pareja de agentes se haya personado para realizar el consecuente atestado. La cifra se ha mantenido más o menos constante: 2,4 accidentes de media en 2019, 2,5 en 2020, 2,3 en 2021 y 2,3 en los cinco primeros meses de 2022 (último dato actualizado). Se da la circunstancia de que el mayor pico en este periodo tuvo lugar el año de la pandemia, un estallido que forzó a la población a recluirse en sus casas durante tres meses. El ‘boom’ deportivo al término del confinamiento disparó las incidencias, motivadas en parte por la inexperiencia de los nuevos usuarios.

Precisamente, para adquirir seguridad en la urbe, es necesario acostumbrar a los conductores a que la bici sea un vehículo más dentro del trazado urbano. Así lo aseguran al menos desde Madrid Ciclista, un colectivo batalla desde hace años contra los carriles diferenciados. «Querer separar a las bicicletas del resto del tráfico en una ciudad como Madrid es imposible porque hay intersecciones cada cien metros», advierte su portavoz José Luis Jiménez, quien tiene claro que la solución tampoco pasa por desplazar a los usuarios a las aceras. «Eso molesta a los peatones, que al final no dejan de conformar el grueso de los desplazamiento. Hasta los que siempre se mueven en coche tienen que ir a pie a cogerlos», justifica.

Imagen principal - En la imagen principal, una bici blanca, en recuerdo del bombero fallecido en Moratalaz; debajo, una furgoneta pasa al girar por el carril bici de Alejandro Dumas; y una mujer circula por el carril pintado en la calzada de la calle de Sagasta
Imagen secundaria 1 - En la imagen principal, una bici blanca, en recuerdo del bombero fallecido en Moratalaz; debajo, una furgoneta pasa al girar por el carril bici de Alejandro Dumas; y una mujer circula por el carril pintado en la calzada de la calle de Sagasta
Imagen secundaria 2 - En la imagen principal, una bici blanca, en recuerdo del bombero fallecido en Moratalaz; debajo, una furgoneta pasa al girar por el carril bici de Alejandro Dumas; y una mujer circula por el carril pintado en la calzada de la calle de Sagasta
TRES PUNTOS MARCADOS En la imagen principal, una bici blanca, en recuerdo del bombero fallecido en Moratalaz; debajo, una furgoneta pasa al girar por el carril bici de Alejandro Dumas; y una mujer circula por el carril pintado en la calzada de la calle de Sagasta TANIA SIEIRA

Cambios constantes

Otros colectivos, no obstante, defienden la segregación a tenor del evidente incumplimiento del límite de velocidad de los coches en este tipo de ciclocarriles, donde el máximo permitido es de 30 kilómetros por hora. Desde esta óptica, se incide en la dificultad para los ciclistas más inexpertos de circular rodeados de turismos, en una ciudad que presenta constantes cambios de vía: aceras bicis, carriles separados con bordillos de la calzada, carriles dentro de la calzada pero distinguidos con marcas de pintura y los citados ciclocarriles.

La reciente muerte de Alberto Díaz García, el bombero que iba en una bicicleta del servicio BiciMad a rescatar a una gata y fue atropellado por un conductor que se dio a la fuga en un cruce del carril bici del Camino de los Vinateros (en Moratalaz), ha resucitado viejos fantasmas que parecían olvidados en el mundo de las dos ruedas. Pese a que el balance de decesos es prácticamente nulo (un fallecido en 2020, cero en 2021 y el comentado deceso del bombero en los siete primeros meses de 2022), los ciclistas son conscientes de los riesgos diarios a los que se exponen.

Por puntos, según un análisis de Modelo Madrid, son cuatro los que concentran el mayor número de colisiones dobles: la zona de los Bulevares, con especial incidencia en la glorieta de Ruiz Jiménez, el cruce de las calles de Sagasta, Trafalgar y Mejía Lequerica, y la plaza de Alonso Martínez; el tramo de la Gran Vía desde Callao a la plaza de España; el carril bici de Alcalá entre Sevilla y Cibeles (actualmente en obras); y la acera bici de O’Donnell, extendida desde la propia Alcalá hasta Doctor Esquerdo.

A ellos, añaden otros ciclistas consultados, se suman otros peligrosos enclaves como el paseo de las Yeserías y su continuación por la calle de Alejandro Dumas, donde el carril bici se cruza con un rápido giro a la izquierda para los vehículos que buscan incorporarse a la M-30 o alcanzar Marqués de Vadillo; el paso por el Camino de los Vinateros, con intersecciones cada pocas pedaladas; la acera bici de los Hermanos García Noblejas, muy estrecha e invadida fácilmente por los peatones; o el carril pintado sobre la calzada en Francisco Villaespesa, de apenas un metro de ancho entre los turismos en marcha y los que permanecen estacionados.

Fuera de estos recorridos, el consistorio prevé inaugurar en el primer trimestre de 2023 el tramo más largo del carril bici de la Castellana, que unirá la plaza de Castilla con Atocha (6,5 kilómetros por sentido) de forma segregada. Una vez abierto, el trayecto, desde su cara norte hasta Raimundo Fernández Villaverde permitirá conectar el Madrid financiero con el resto de vías que ya recorren el centro de la ciudad.

Incorporar nuevos usuarios

Según los cálculos municipales, el nuevo eje (cuyos trazado completo no estará listo hasta 2024) permitirá aumentar en la arteria hasta 4.000 los viajes diarios en bicicleta, cuatro veces más de los que se contabilizan hoy día. Se estima, además, un trasvase del vehículo privado y la moto de hasta 1.400 desplazamientos, lo que impulsaría el uso de un medio actualmente por debajo de otras urbes españolas como Barcelona, Valencia o Sevilla.

Incorporar más usuarios a la red es otro de los grandes retos para fortalecer la seguridad de los ciclistas. En ese sentido, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid aprobó en julio la municipalización de BiciMad para alcanzar los 21 distritos a lo largo de 2023. La EMT ampliará el servicio hasta llegar a las 620 estaciones y 7.500 bicicletas eléctricas. Mientras eso llega, los ciclistas miran con recelo la «hostilidad» de una ciudad que los mantiene divididos: controlar la velocidad de los coches y repensar la movilidad no será tarea fácil.

 

Fuente:
https://www.abc.es/espana/madrid/madrid-ciudad-bicis-accidentes-caos-carriles-ciclistas-20220808202236-nt.html

Acerca del Autor | Amanda Padron

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